El ritmo de vida nos ha hecho materialistas e individualistas, la mayor parte del tiempo pensamos en el consumo y en el dinero que podamos generar; pero en el proceso hemos perdido la empatía hacia el bien común tanto para los seres vivos como para nuestro planeta; nos hemos enfrascado en perseguir el éxito sin justificar los medios para conseguirlo.
Estamos ante un punto de inflexión el cual si continua iremos decreciendo hacia una sociedad cuyo hábitat será inhabitable y estéril.
Reflexionemos sobre nuestras acciones y como podemos efectuarlas sin ocasionar prejuicios ambientales hacia nuestro planeta, tratemos de perseguir nuestro tan anhelado éxito teniendo en cuenta una mejora en la sociabilidad y correlación con nuestro planeta.
Pensemos en nuestro presente pero siempre en mira hacia el futuro no seamos solo idealizadores; convirtámonos en accionarios de las ideas que al planeta pueden salvarlo. Así que lo que nos da nuestro planeta debemos valorar y atribuir acciones que mejoren su bienestar con el fin de crear un entorno en donde todos tengamos una comunidad sana; parecerá utópico este tipo de idiosincrasia pero recuerda pequeñas acciones construirán grandes resultados.